Tener que dar un examen supone gran cantidad de actividades previas que nos generan ansiedad, estrés, cansancio y a veces angustia. El hecho de poner a prueba nuestros conocimientos frente a los profesores, es una práctica que tomamos como natural.
La historia nos demuestra que la invención de los exámenes viene de la cultura China.
En el siglo VII a.C. existían los "exámenes imperiales chinos" los cuales duraban al rededor de 3 días y 2 noches. Quienes decidían tomarlos, debían concurrir a una especie de celdas donde sólo tenían un escritorio para escribir y un espacio para dormir. Se les brindaba una pluma y un papel en blanco y podía comenzar el examen.
Estudiar para un examen supone una gran cantidad de información que debemos retener en nuestra mente. Es decir, debemos tomarlos como una buena ocasión para nuestro crecimiento personal. Es importante dejar de lado el estrés y comprender la verdadera razón de los exámenes: aprender.
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